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miércoles, 17 de junio de 2009

Viven en la calle y apuestan por la escuela


Son 120 chicos que cursan la primaria en el centro educativo porteño "Isauro Arancibia"

Los alumnos del centro educativo Isauro Arancibia del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, unos 120 chicos que viven en la calle y que cursan allí la primaria, presentaron una muestra sobre sus sueños individuales y colectivos. Entre los que compartieron mencionaron: "Un país más solidario"; "una casa para mis hijos"; "que la policía no pare a mis hijos en la calle ni les pidan el documento", "una vida digna".
Los estudiantes del Isauro Arancibia -en Entre Ríos 1349-son jóvenes sin techo que tienen entre 14 y 17 años. Chicos que huyeron de sus casas porque sufrían violencia, o que desistieron del sistema escolar tradicional porque al impulso de estudiar le ganó el abatimiento de la pobreza. Sin embargo, hoy, por decisión propia aprenden a leer y a escribir con la orientación didáctica de los once maestros de esta innovadora escuela.
Entre los 120 estudiantes, uno de ellos, Walter de 15 años, rememora las causas por las que escapó de su casa. "No teníamos plata. En la escuela de la Provincia los chicos se reían de mí porque mi mamá no tenía para comprarme zapatillas nuevas y las mías siempre estaban deshilachadas. Tampoco tenía papel. Me harté, abandoné mi casa y dejé la escuela", contó. Y añadió: "Acá, en el Isauro, si no tenés zapatillas te dan las de una donación. Si no tenés papel, te dan cuatro".
Basta con sentarse a conversar unos minutos con estos chicos para comprender su situación de calle. La palabra indigencia suele sintetizar las causas. La indigencia que frustra, produce violencia, vulnera y excluye. "Nuestro método educativo no puede ser rígido. No le podés decir a una chica de la calle que llegó a las 11.30 que no puede cursar porque la clase empezó a las 9 y termina a las 12. Al contrario, tenés que decirle que todavía tiene media hora para aprender. Son chicos que están afuera de la escuela y nuestro objetivo es que entren", indicó la coordinadora del centro educativo, Susana Reyes.
"Yo sueño con estar con los chicos que están en la misma situación en que estuve yo y en decirles: 'Si yo pude ustedes también'", se ilusiona Marcelo. Hoy tiene trabajo en la escuela como operador y tiene una casita en la localidad bonaerense de Laferrere. Pero hasta hace siete años vivía en la calle con su mujer embarazada y una beba de meses. "Dormíamos en la estación de Constitución o en el Parque España. Hoy tengo la primaria completa y porque conozco los códigos de los pibes soy el nexo entre ellos y los docentes, cuenta Marcelo.
¿Qué piensan del proyecto de ley que bajaría la edad de imputabilidad? "Para mí es peor porque de la cárcel salís más resentido", opina Luis, de 17 años. "Para mí está mal porque así no van a encontrar una solución. Los pibes no van a dejar de robar por eso", dice Walter. "Yo estuve en institutos de menores. No son lo mismo que una cárcel. Aunque en el Instituto San Martín te tienen cagando y en el Roca aún más. Pero salís al patio, jugás al fútbol. No es lo mismo que una cárcel", dice Elías Romero, un adolescente de 17 que se fue de su casa a los cinco porque lo maltrataba su padrastro. "Ahora que estoy grande mi padrastro me respeta. Pero a mí ya me gusta la calle. Estuve en las malas y ahora me rehabilité. Vengo a la escuela por las tardes aunque aprender a leer y a escribir me cuesta una bocha", se sincera Elías.

Por: Pilar Ferreyra

Fuente: Clarín

http://www.clarin.com/diario/2009/06/07/sociedad/s-01934361.htm

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