La Gaceta - Domingo 26 de Septiembre de 2010 | La investigadora en Políticas Linguísticas opina que la Real Academia Española sigue definiendo qué es hablar bien y qué es hablar mal. Los tucumanos y las eses
"Seguimos planteando que hay una lengua que es correcta, que es la que viene de España. Acá nos critican: "los tucumanos dicen, nos comemos las eses…". Y los andaluces dicen "pescao", y están orgullosos de ello", afirma Marta Stella Taboada.
Profesora en Letras, investigadora de Políticas Lingüísticas, flamante magister en Psicología Social, Taboada observa que el territorio del lenguaje, el del habla, no está a salvo de las "políticas imperiales"; en este caso, de las que impone la Real Academia Española (RAE).
"Comparto con algunos colegas la preocupación por el persistente enmudecimiento de los alumnos de la carrera de Letras, su no participación en contextos institucionales; clases, jornadas, asambleas. Me preocupaba esta dificultad para expresar opiniones, y como en una investigación previa con el Centro de Políticas Lingüísticas con alumnos de primer año ya habían aparecido interrogantes de cómo pueden estar operando las ideologías lingüísticas en algunas dificultades de los alumnos para expresarse", afirma Taboada. De eso trata, precisamente, la investigación que ella desarrolló como tesis de maestría.
- De modo que la "mudez" de los alumnos fue el disparador para su tesis...
- Yo me preguntaba cómo estos chicos, que deberán ser profesionales que trabajan con el lenguaje, no se podían expresar. Y abordé el aspecto de la norma; esto de que hay que hablar de acuerdo con la norma, tomando las ideologías de las academias de la lengua. Porque la ideología acerca de qué es hablar bien y qué es hablar mal, qué es lo correcto y qué lo incorrecto, deviene no de la ciencia lingüística sino de los modelos lingüísticos de las academias.
-¿No se han flexibilizado las academias?
- Lo que han hecho es aggiornar discursos. Lo que antes era la lengua correcta, ahora se la define como lengua culta. Ahora, ¿quienes hablan la lengua culta? Los mismos que antes hablaban la lengua correcta. Esa hipótesis me llevó por el camino de las ideologías lingüísticas, que están en estrecha relación con las ideologías sociales. ¿Quiénes hablan mal? Los que son de los sectores populares, campesinos. En la mayoría de los alumnos con los que trabajé está la idea de que hay una lengua legítima, que está vinculada al modelo de la escritura, a las gramáticas de corrección y propiedad. Y que, a su vez, quien no habla bien no se entiende con los otros. Que si la gente habla mal, se pierde el orden social. La reflexión es: "Yo no hablo, si hablo con los rasgos de la variedad tucumana, soy descalificado". Los alumnos se sienten permanentemente evaluados, pero no desde la evaluación que comporta todo aprendizaje, sino desde una evaluación que tiende a descalificar al otro si no habla y no piensa de acuerdo al modelo instituido. De la mano de esa representación está aquella de que el que habla bien, piensa bien. Muchas veces, el sentirse evaluados -tanto por los docentes como por sus pares- los lleva al enmudecimiento, a temer hablar por ser evaluados como si fueran tontos. Además, circula una idea que pareciera estar cimentada en la sanción del error, en la censura. Sin duda, son procesos de larga data, y no se puede decir que esto venga de la Universidad.
- Reconocer la diversidad lingüística, ¿no puede implicar que yo no me pueda comunicar con el otro?
- Es posible que así sea. Pero nosotros, en América, tenemos tanta diversidad, y sin embargo nos entendemos rápidamente. Y si no nos entendemos, preguntamos. El problema no está ahí. Me parece que el problema está en considerar como válida una manera de hablar y como inválido e incorrecto todo lo demás. Se considera que hay para hablar bien, hay que tener variedad léxica. Pero se considera determinada variedad léxica. Nosotros tenemos una variedad léxica riquísima; pero hay cosas de esa variedad que no se aceptan.
- Ahora, ¿cómo se hace para que se entiendan los unos a los otros?
- Es indudable que las sociedades complejas requieren de eso que se llama lengua estándar desde la disciplina científica. Es una lengua institucional, oficial; una lengua codificada en la escritura, que hace a la eficacia de esas prácticas; una estrategia de funcionamiento social. Ahora, cuando esa lengua se transforma ya no en un aprendizaje estratégico, sino en una imposición correctiva que invalida al sujeto, yo estoy transformando una herramienta funcional necesaria en una herramienta de descalificación social... Yo a un chico le tengo que enseñar las formas discursivas para que pueda hacer una nota, por ejemplo, en lugar de decirle "así no se dice".; o "vos hablás mal", o "vos no sabés". Porque si le digo "así no se dice", le estoy minorizando al chico sus propias potencialidades y seguridades para hablar y para decir. La autodescalificación no surge sola, es emergente de prácticas sistemáticas de descalificación de un sujeto que se ha visto expuesto permanentemente a la descalificación; y que ha terminado dudando.
- ¿Como se hace para cambiar?
- Creo que nos merecemos, como Universidad, un debate amplio, sobre qué queremos formar, por qué y para qué. La mayoría de los docentes, y de los estudiantes, están muy comprometidos en su formación, pero nos faltan espacios, condiciones de articulación. No puedo pensar en formar a un alumno con cátedras desprovistas, sin la tecnología suficiente, dando clases en cursos colmados, en los que no todos los alumnos pueden ingresar. Sumado a ello, ha habido desde los 90 una política centrada en el posgrado y no en el grado. El posgrado es muy importante, pero el grado es central.
- En el ámbito de las nuevas tecnologías, los jóvenes dejan de ser mudos?
- Los jóvenes -y los no tan jóvenes- han construido desde este medio estrategias de escritura, de comunicación eficaz. Los foros como Facebook, y otros, han generado espacios de debate muy interesantes. En Letras, los chicos del ciclo superior han generado en el Facebook un espacio de discusión acerca de la norma. que ha sido el puntapié para otras redes de comunicación que tal vez no están en la carrera. Es decir, han construido esto que en mi investigación aparece como una de las herramientas centrales para poder recuperar la propia palabra, que es el vínculo con el otro. También pienso, si un sujeto, en su vida cotidiana en ámbitos institucionales, se siente permanentemente mirado, Facebook le permite otra forma de vínculo. Creo que las nuevas tecnologías son herramientas que permiten superar algunos obstáculos. De todos modos, ello no implica que vamos a hacer una Universidad de Facebook. En mi caso, y en el de muchos otros docentes, intento fortalecer esa interacción desde la práctica. Porque, además, hasta el momento, la Universidad funciona cara a cara. Y no sabemos cuánto tiempo más será así.
- Otra cuestión que da vueltas es el cambio en la figura de autoridad...
- Ahí está el problema de cuál es la distancia necesaria; y cómo concebimos el proceso de enseñanza - aprendizaje. Si lo concebimos como aparece en las representaciones de los alumnos, donde todo el saber está depositado en el docente o en la bibliografía, o lo concebimos al docente como un sujeto que puede aportar a otros, pero que a su vez también se nutre de lo que el otro le da. Se trata de un compromiso recíproco. Y a muchos alumnos les cuesta muchísimo ese cambio de lugar del docente, ese "bajarse del lugar del autoritarismo".
- ¿Por qué el tucumano descalifica su hablar?
- No solo el tucumano; es un fenómeno de investigación bastante extendido en toda América. En toda América, los hablantes suelen descalificar las variedades vernáculas del español, y eso se debe al modelo que se ha impuesto. Yo siempre digo,estamos festejando el bicentenario pero no nos hemos independizado de la Real Academia Española, que es una institución creada por la corona. Seguimos planteando que hay una lengua que es correcta, que es la que viene de España. Acá nos dicen "los tucumanos dicen, nos comemos las eses…". Y los andaluces dicen "pescau", y están orgullosos de ello. Dicen, los santiagueños hablan muy bien porque no se comen las eses y porque utilizan correctamente los verbos, la forma del tuteo. Y en los últimos diez años está generalizándose una idea, una representación, que ya habían trabajado Roberto García y María Rosa Caracotche, de que el pretérito perfecto que utiliza el tucumano - he cantado, he dicho, he ido - es incorrecto, y que lo correcto es "fui". O sea, el modelo de la Capital.
Perfil
Profesora en Letras. En la Facultad de Filosofía y Letras es profesora de Linguística y de Política y Extensión Linguística. Integra el Cerpacu (Centro de rescate y valorización del patrimonio cultural); Magister en Psicología Social (Facultad de Psicología, UNT). Investiga sobre identidad lingüística y representaciones sociales en la región.
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